La pequeña montaña de las vacas

La pequeña montaña de las vacas

Por Alejandro Asensio



Había tantas, tantas vacas en aquella pequeña montaña que casi nadie podía pasar por allí. Solamente los pájaros que volaban más alto eran capaces de atravesar aquella pequeña montaña. Las vacas comían sin parar. Pastaban tanto que la hierba se estaba acabando. Solamente en las épocas de lluvia había comida para todas las vacas de aquella pequeña montaña.












Un día, una de las vacas miró a otra montaña que había enfrente y pensó que si se repartían entre las dos montañas habría más espacio para todas. Y así lo hicieron, algunas se quedaron y otras se marcharon. Desde entonces todas son muy felices y no dejan de visitarse cada tarde para pastar juntas y caminar un poco.



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