Robertone de chocolate

Artículo de opinión sobre la UD Almería 


Alejandro Asensio

Almería, 21 de agosto de 2021



Atravieso las entrañas grises del todavía Juegos Mediterráneos y siento que no ha pasado el tiempo. Me parece que brillan algo más. Noto la ausencia de la cantina con sus escasas ventas previas al partido. Me saludan en la puerta, choco varios puños y busco mi puerta habitual de acceso al graderío. Siento que no ha pasado el tiempo. Mi padre y yo, como siempre. El primer vistazo al manto verde, el olor a hierba mojada, las gradas ahora rojas. La luz. El brillo. Las pequeñas grandes cosas. El asiento lleno de tierra y las pasadas enérgicas para limpiar lo que nadie en el club entiende necesario limpiar. Nuestro abono no lo valdrá, supongo. 

Es emotivo volver y más aun disfrutar en directo por vez primera de jugadores de la talla de Sadiq o Samú. Es espectacular ver jugar a un súper clase como Ramazani; hará cosas grandes en el fútbol. Recuerdo mientras veo manejar al equipo a Robertone cuando en Un Tiro en la Olla salió el tema de lo que nos recordaba su apellido tras su llegada al Almería en el verano de 2020; yo apunté a un tipo de bollo dulce. Su campaña, por lo que fuera –quizá la intermitencia provocada por Gomes tuvo algo de culpa– no dio para mucho y a ninguna pastelería almeriense se le ocurrió darle cabida entre su repertorio confitero. 

Robertone y Curro son con Rubi en estos dos primeros encuentros de temporada lo que en Argentina se conoce como volantes. Dos medios ofensivos que se mueven hacia los costados y generan fútbol y posesiones largas. Su combinación con Samú, incrustado en la salida de balón entre los centrales, da al Almería criterio y presencia en la medular. Y es eso, ver a Robertone jugar de volante, posición donde destacó en Vélez, la mejor noticia posible. La presión adelantada del argentino libera a Sadiq y le permite hacer, si cabe, más daño en la defensa rival. 

Su gol en la prolongación del primer acto es un claro ejemplo de lo que Robertone da a este equipo. Llegada, tiro de media distancia, transiciones rápidas, trabajo en la medular y, sobre todo; fe. Terminar el partido portando el brazalete de capitán demuestra que esta temporada su papel será determinante. ¿Dará argumentos por fin para que en las confiterías de la ciudad se vendan Robertones de chocolate, nata, crema o avellanas?





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